Así diseñan y crean sus carteles con un dibujo, una idea, un sentir, un pensamiento que, en conjunto, se convierten en mensajes de niñas y niños para cambiar el mundo y que requieren ser expuestos y visibilizados.
Esta iniciativa es una valiosa experiencia que coincide y ejemplifica las apuestas de la línea de participación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), pues da cuenta de que las niñas y niños, desde el comienzo de su vida, tienen capacidades y lenguajes propios para interactuar, opinar, decidir e incidir en todos los lugares que habitan.
También, manifiesta la importancia de estrategias, creadas y lideradas por niñas y niños, a partir de la identificación de sus intereses o preocupaciones. Para ello, se les acompaña para que realicen lecturas sensibles de su cuerpo y su territorio para que sean ellas y ellos quienes identifiquen las acciones a adelantar para favorecer su bienestar y el de su comunidad.
A su vez, amplifica las voces de la infancia, con la creación participativa de mensajes movilizadores, como herramientas para promover reflexiones y transformaciones en sus familias y comunidades, necesarias para gozar del espacio público y de cambiar maneras de relacionarse con adultos.

Un laboratorio para la transformación
Esta iniciativa de participación de niñas y niños es acompañada por Alejandra Forero y John Vela, creadores del laboratorio experimental Zorro + Conejo, que propone experiencias en las cuales el arte, la lectura y el diseño se convierten en detonantes para la creación, la participación, la transformación y apropiación de los entornos para que sean habitados por niños y niñas, desde la comprensión de sus lenguajes y expresiones particulares.
De esta forma, el espacio público, el barrio o la vereda se convierten en lugares de participación e intervención. Su presencia, a través de estos carteles, con su poética, sus voces y lenguajes, buscan que los adultos y la comunidad valoren, aprendan a ver, escuchar y leer sus mensajes con expresiones y preocupaciones, sobre el mundo en el que viven. Además de promover el cambio de sus realidades y que sus hogares no los maltraten y puedan disfrutar de entornos protectores, ayudando a recordar que quieren ser felices.
Asimismo, las acciones colectivas en los espacios públicos están acompañadas de una movilización por redes sociales que invita a la comunidad a apreciar y ver en los entornos públicos y digitales sus voces.
Este conjunto de elementos tan valiosos de «Un dibujo puede cambiar el mundo» aportan a inspirar, descubrir, provocar y proponer acciones creativas para que familias, comunidades e instituciones promuevan la participación de niñas y niños, con sus voces y lenguajes de expresión, como posibilidad de estar presentes, de aportar al bienestar, desde sus propias experiencias y reconocimiento.
Esta iniciativa es una valiosa experiencia que coincide y ejemplifica las apuestas de la línea de participación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), pues da cuenta de que las niñas y niños, desde el comienzo de su vida, tienen capacidades y lenguajes propios para interactuar, opinar, decidir e incidir en todos los lugares que habitan.
También, manifiesta la importancia de estrategias, creadas y lideradas por niñas y niños, a partir de la identificación de sus intereses o preocupaciones. Para ello, se les acompaña para que realicen lecturas sensibles de su cuerpo y su territorio para que sean ellas y ellos quienes identifiquen las acciones a adelantar para favorecer su bienestar y el de su comunidad.
A su vez, amplifica las voces de la infancia, con la creación participativa de mensajes movilizadores, como herramientas para promover reflexiones y transformaciones en sus familias y comunidades, necesarias para gozar del espacio público y de cambiar maneras de relacionarse con adultos.

Un laboratorio para la transformación
Esta iniciativa de participación de niñas y niños es acompañada por Alejandra Forero y John Vela, creadores del laboratorio experimental Zorro + Conejo, que propone experiencias en las cuales el arte, la lectura y el diseño se convierten en detonantes para la creación, la participación, la transformación y apropiación de los entornos para que sean habitados por niños y niñas, desde la comprensión de sus lenguajes y expresiones particulares.
De esta forma, el espacio público, el barrio o la vereda se convierten en lugares de participación e intervención. Su presencia, a través de estos carteles, con su poética, sus voces y lenguajes, buscan que los adultos y la comunidad valoren, aprendan a ver, escuchar y leer sus mensajes con expresiones y preocupaciones, sobre el mundo en el que viven. Además de promover el cambio de sus realidades y que sus hogares no los maltraten y puedan disfrutar de entornos protectores, ayudando a recordar que quieren ser felices.
Asimismo, las acciones colectivas en los espacios públicos están acompañadas de una movilización por redes sociales que invita a la comunidad a apreciar y ver en los entornos públicos y digitales sus voces.
Este conjunto de elementos tan valiosos de «Un dibujo puede cambiar el mundo» aportan a inspirar, descubrir, provocar y proponer acciones creativas para que familias, comunidades e instituciones promuevan la participación de niñas y niños, con sus voces y lenguajes de expresión, como posibilidad de estar presentes, de aportar al bienestar, desde sus propias experiencias y reconocimiento.