En Mis Manos Te Enseñan compartimos algunas recomendaciones que plantea la psicóloga Leonor Isaza Merchán (2014) para asumir, como madres, padres y cuidadores, una actitud abierta, sensible, respetuosa, amorosa y firme para favorecer la participación constructiva de niñas, niños y adolescentes.
Reconocer a cada niño, niña o adolescente como un sujeto activo y capaz desde su nacimiento. Confiar en sus capacidades para expresarse, comunicarse, decidir, proponer y actuar.
Escuchar de manera abierta y activa la voz del niño, la niña o el adolescente, ser sensible a las señales que envían y aprender a comprenderlas para tenerlas en cuenta y responder a ellas desde el nacimiento; al llanto del bebé o del niño o la niña, a sus silencios o sus gestos de disgusto o a la cara seria o enojada del adolescente.
Escuchar sin interrumpir, que sientan valorado lo que expresan, aunque opinen distinto.
Construir un ambiente de comprensión y confianza o seguridad afectiva que garantice al niño, la niña o el adolescente la expresión de sus emociones, ideas, opiniones y gustos. Esta garantía implica, además, que se les enseñen los límites de la convivencia cuando estas expresiones dañan a otros, pues no se trata de que muestren sus emociones sin tener en cuenta al otro, sino que, en la medida en que se van expresando, se les escucha, se les acepta y se les ayuda a autorregularse para que vayan aprendiendo a respetar a los demás.
Involucrar paulatinamente a los niños, las niñas y los adolescentes en la construcción de las normas de la familia de manera que estas no se impongan verticalmente, sino que se acuerden en un ambiente de diálogo, búsqueda de convivencia y de soluciones para resolver los problemas que se presenten por su incumplimiento. Los adultos que procuran acordar las consecuencias de no cumplir las normas con la participación de los niños, las niñas y los adolescentes les dan la oportunidad de aprender a reparar los daños causados a otros por su comportamiento. Esto les ayudará a entender que, más que castigos dolorosos, se aprende cuando podemos encontrar soluciones a los problemas que hemos causado en la convivencia y se busca esa solución entre varios.
Escuchar las razones de los niños, las niñas y los adolescentes en los conflictos o cuando han incumplido una norma o traspasado un límite y, entre los involucrados, buscar una solución que muestre la posibilidad de construir sobre las diferencias.
Involucrar a los niños, las niñas y los adolescentes en las decisiones cotidianas, como el vestido, el arreglo personal (peinado, adornos, etc.), los menús de la familia, las actividades lúdicas y los juegos, los amigos, entre otros asuntos. Escuchar las propuestas de los niños, las niñas y los adolescentes sobre actividades familiares y acogerlas dentro de las decisiones que se toman en la familia.
Informar o explicar a los niños, las niñas y los adolescentes sobre las decisiones en las cuales, por su momento de desarrollo, todavía no pueden involucrarlos. Por ejemplo, un cambio de vivienda, de condiciones de vida por efectos de un traslado laboral, la llegada de un nuevo integrante a la familia o un procedimiento médico al cual deben someterse.
Tomado de: El valor de mi voz. Participación infantil en la familia. Cartilla No. 18 del ciclo de profundización de la modalidad Mi Familia..
Reconocer a cada niño, niña o adolescente como un sujeto activo y capaz desde su nacimiento. Confiar en sus capacidades para expresarse, comunicarse, decidir, proponer y actuar.
Escuchar de manera abierta y activa la voz del niño, la niña o el adolescente, ser sensible a las señales que envían y aprender a comprenderlas para tenerlas en cuenta y responder a ellas desde el nacimiento; al llanto del bebé o del niño o la niña, a sus silencios o sus gestos de disgusto o a la cara seria o enojada del adolescente.
Escuchar sin interrumpir, que sientan valorado lo que expresan, aunque opinen distinto.
Construir un ambiente de comprensión y confianza o seguridad afectiva que garantice al niño, la niña o el adolescente la expresión de sus emociones, ideas, opiniones y gustos. Esta garantía implica, además, que se les enseñen los límites de la convivencia cuando estas expresiones dañan a otros, pues no se trata de que muestren sus emociones sin tener en cuenta al otro, sino que, en la medida en que se van expresando, se les escucha, se les acepta y se les ayuda a autorregularse para que vayan aprendiendo a respetar a los demás.
Involucrar paulatinamente a los niños, las niñas y los adolescentes en la construcción de las normas de la familia de manera que estas no se impongan verticalmente, sino que se acuerden en un ambiente de diálogo, búsqueda de convivencia y de soluciones para resolver los problemas que se presenten por su incumplimiento. Los adultos que procuran acordar las consecuencias de no cumplir las normas con la participación de los niños, las niñas y los adolescentes les dan la oportunidad de aprender a reparar los daños causados a otros por su comportamiento. Esto les ayudará a entender que, más que castigos dolorosos, se aprende cuando podemos encontrar soluciones a los problemas que hemos causado en la convivencia y se busca esa solución entre varios.
Escuchar las razones de los niños, las niñas y los adolescentes en los conflictos o cuando han incumplido una norma o traspasado un límite y, entre los involucrados, buscar una solución que muestre la posibilidad de construir sobre las diferencias.
Involucrar a los niños, las niñas y los adolescentes en las decisiones cotidianas, como el vestido, el arreglo personal (peinado, adornos, etc.), los menús de la familia, las actividades lúdicas y los juegos, los amigos, entre otros asuntos. Escuchar las propuestas de los niños, las niñas y los adolescentes sobre actividades familiares y acogerlas dentro de las decisiones que se toman en la familia.
Informar o explicar a los niños, las niñas y los adolescentes sobre las decisiones en las cuales, por su momento de desarrollo, todavía no pueden involucrarlos. Por ejemplo, un cambio de vivienda, de condiciones de vida por efectos de un traslado laboral, la llegada de un nuevo integrante a la familia o un procedimiento médico al cual deben someterse.
Tomado de: El valor de mi voz. Participación infantil en la familia. Cartilla No. 18 del ciclo de profundización de la modalidad Mi Familia..