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Abril 28, 2020

Peleas entre hermanos ¿cómo actuar cuando se presentan?

Peleas entre hermanos ¿cómo actuar cuando se presentan?
Los conflictos entre niñas, niños y adolescentes en casa pueden ser difíciles de abordar para los adultos. Aquí te damos algunas pautas para resolverlos.
Peleas entre hermanos ¿cómo actuar cuando se presentan?

La actual situación en la que se encuentra el mundo debido a la contingencia generada por el Coronavirus, ha generado situaciones de distanciamiento físico y confinamiento obligatorio en los hogares lo cual ha propiciado que las familias pasen más tiempo juntas y que, en muchas ocasiones, esta situación termine generando tensiones y conflictos.

Uno de los más comunes son los conflictos entre hermanos, una situación que para muchos padres puede ser difícil de afrontar.

¿Por qué ocurren las peleas entre hermanos?

En muchas ocasiones las peleas inician porque alguno de ellos pasó los límites de la intimidad del otro, tomó algo de su propiedad sin pedir permiso, dañó algo que no le pertenecía o sintió celos en relación con el afecto o la atención dada por los padres.

Otro factor que puede ocasionar enfrentamientos entre los hermanos es que se ha promovido la rivalidad o la comparación entre ellos, lo que fomenta la expresión de sentimientos de dolor, rabia, culpa o tristeza.

Los conflictos entre hermanos también se pueden presentar porque niños, niñas y adolescentes necesitan herramientas para regular las emociones y ser capaces de solucionar sin violencia los desacuerdos o los conflictos que surgen entre sí, respetar opiniones contrarias y ser conscientes del daño que su comportamiento puede hacer a otra persona.

¿Qué pueden hacer padres y cuidadores?

El primer paso para entrar a mediar los conflictos entre hermanos es adoptar como principio fundamental que la violencia no se acepta, en ninguna de sus formas, en nuestras casas y mucho menos en nuestras familias.

Si los hermanos no logran llegar a un acuerdo, se están agrediendo o piden ayuda, padres y cuidadores deben propiciar el diálogo, evitando tomar posición o inclinarse hacia un lado u otro.

Aquí, la clave está en que los adultos generen un clima amable y fraternal que conduzca al diálogo, la escucha y el respeto con el fin de negociar una solución que beneficie a todos.

Ahora, si se presenta un enfrentamiento, se debe empezar por responder con calma y de manera oportuna cuando la situación puede implicar un riesgo para la integridad de alguno de los involucrados.

Aceptar incondicionalmente la individualidad de cada hija o hijo.

En ocasiones los hermanos se ven como rivales que compiten por el amor de los padres. Por ello, cada niña, niño o adolescente necesita sentir un espacio y un lugar en los afectos de sus padres que se evidencien en acciones de atención, cuidado y aceptación de su hija e hijo, independientemente de la edad que tengan. Esto fomenta la autoestima y la seguridad.

Normas de convivencia con todos los miembros de la familia

No solo durante el periodo de confinamiento sino en todo momento, padres de familia y cuidadores deben llegar a acuerdos con los niños, niñas y adolescentes donde se establezcan responsabilidades en el hogar y las labores de cada miembro de la familia.

Igualmente, deben quedar claras las consecuencias educativas (sin violencia) que implica el no cumplimiento de las responsabilidades acordadas.

En este sentido, todos los miembros del hogar, incluidos los más pequeños, deben tener un compromiso en el cuidado de sus pertenencias y jugar un papel en la distribución de las tareas del hogar, de acuerdo con sus habilidades y su edad.

Si alguien no ha cumplido con los acuerdos, es importante decirlo de una manera que no genere conflictos, escuchando las razones por las que no se realizaron las tareas y buscando soluciones de manera propositiva, pero resaltando que se deben cumplir los acuerdos principales.

Regular las emociones

Promover que niñas, niños y adolescentes, hablen, dibujen, o escriban lo que esta situación de confinamiento les genera, lo que imaginan, lo que sienten, lo que les atemoriza, lo que les da seguridad y revisen sus fortalezas.

Es importante que cada persona de la familia piense y descubra cuáles son las formas que lo calman y que puede realizar sin molestar a nadie. Existen muchos recursos como escribir, pintar, cantar, hablar con alguien de confianza que ayude a reflexionar; realizar ejercicios de respiración, mindfullness, yoga, tai chi, etc. El movimiento y el ejercicio nos ayuda a sentirnos mejor.

Como adultos revisemos la manera como esta situación nos está afectado, la manera como regulamos el estrés y trabajamos la escucha, la paciencia y la tolerancia.


Empatía

Un acuerdo fundamental para la convivencia es que todos se comprometan a actuar de forma respetuosa, evitando comportamientos hacia los demás que produzcan daño o dolor.

Por ello, se deben establecetr acuerdos para generar actividades que requieran la colaboración y el cuidado entre las personas de la familia, promoviendo así la solidaridad.

Respeto por la privacidad y la individualidad

Es importante dejar claro que es necesario respetar las pertenencias de los demás y que, si es el caso y se requiere, se debe pedir permiso para tomarlas y procurar cuidarlas al máximo.

Así mismo, es importante respetar la intimidad, o los espacios individuales de cada miembro del hogar.

 

Ser modelo de respeto

Los padres de familia y cuidadores debemos se modelo de respeto en la relación con niñas, niños y adolescentes y con los demás miembros de la familia. Esto implica evitar a toda costa los gritos, los golpes, los insultos, las humillaciones, los juicios, los apodos, las comparaciones y las descalificaciones.

Esas mismas normas de convivencia son las que se deben promover en las relaciones entre hermanos, pero siempre partiendo del ejemplo como eje orientador.
 

Resolver conflictos

A su vez, padres y cuidadores deben enseñar, mediante el ejemplo, a ofrecer disculpas, a generar el diálogo para la solución de conflictos y escuchar argumentos contrarios a los propios, sin exaltarse. Se debe aceptar la equivocación y, así mismo, se debe enseñar a reparar el daño físico o emocional que pudo haber causado el comportamiento equivocado en la otra persona.

En este punto, es clave no permitir que los hermanos discutan o peleen sobre cosas del pasado. Si ocurre con frecuencia, seguramente es porque hace falta exteriorizar sentimientos reprimidos y dialogar al respecto cuando todos estén calmados y se permita hablar con el acuerdo de no usar palabras que hieran, o acusen, eliminando actitudes agresivas y manteniendo el compromiso de escuchar al otro con tranquilidad y respeto.


Generar encuentros

Es indispensable promover, desde que son pequeños, el apoyo y la solidaridad entre hermanos. Los espacios para la diversión, los juegos en equipos, las celebraciones y otras actividades que posibiliten encuentros afectivos ayudan a fortalecer los vínculos de cuidado entre los miembros de la familia y disminuyen el riesgo de violencia.

Se puede planificar un encuentro con toda la familia, que tenga como fin revisar “cómo vamos” donde cada uno comunique las cosas que ha vivido, las que le preocupan e, incluso, las que le molestan y donde se hable de situaciones que han generado conflictos o desacuerdos, con el fin dialogar y negociar para tomar decisiones que sean de beneficio para todos.