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Octubre 6, 2020

Pandemials: una generación para construir un nuevo mundo

Pandemials: una generación para construir un nuevo mundo
Hemos escuchado en todos los medios de comunicación que el mundo no volverá a ser igual por lo que, seguramente, en los libros de historia se contará que, a principios del siglo XXI, las sociedades en el mundo se cuestionaban en función de una carrera de acumulación de riquezas en contravía del cuidado del medio ambiente, inequidad, violencias a todo nivel, falta de solidaridad y empatía. A esto se suma un fenómeno de hiperconectividad en el que muchos jóvenes se ensimisman en redes sociales, el consumo de sustancias psicoactivas y otras formas de aparente escape.
Pandemials: una generación para construir un nuevo mundo
En medio de este panorama llegó la COVID-19, un virus que se convirtió en una pandemia, cuyo antecedente ya habíamos olvidado y que solo imaginábamos por las películas de ciencia ficción. El mundo se detuvo. Lo que era una prioridad, cambió. Las carreras de todos los días para salir de casa, el ruido en las calles, el transporte, las clases y las tareas, los espacios de compartir con amigas y amigos, de salir a “parchar” al parque; todo se disipó y, de un día para otro, la realidad y la normalidad se transformaron. El mundo se concentró en la supervivencia humana.
 
Vimos que en medio de nuestro encierro, los egos y vanidades se fueron reduciendo, los animales recobraban el territorio y la naturaleza se oxigenaba y recuperaba lentamente. Por otro lado, las pasiones que movían al mundo, sus héroes y heroínas, también cambiaron: los famosos y la farándula ya no ocupaban los titulares de la prensa, los ojos se volcaron hacia los más vulnerables, las y los doctores, a los equipos médicos y científicos. Tomó relevancia el abastecimiento de suministros básicos, se engrandeció la labor del campo y las personas del común que buscaban formas solidarias para apoyarse unos a otros en medio de su escasez. La familia volvió a ser central en nuestras vidas.
 
El virus nos puso a todos los seres humanos en la misma línea. Nos ha afectado a todos y todas sin distinción alguna y ha sumado más de un millón de víctimas en el mundo. Algunos, incluso, lo han considerado como un mensaje de la naturaleza para detenernos y cambiar unos estilos de vida apáticos y unas costumbres de consumo desenfrenado.
 
Reconocer las enseñanzas que nos ha dejado enfrentar juntos el coronavirus, es el gran desafío y los retos de ‘la nueva normalidad’ a los que se enfrentará la generación que será conocida como la de los pandemials.


 
Para las y los pandemials, la oportunidad única de compartir casi cinco meses de aislamiento en casa marcó el rumbo de sus vidas. Durante ese tiempo vivieron momentos de tensión y silencio, también de murmullos y la algarabía del encuentro familiar.
 
Hemos tenido que reconocernos y deconstruir muchos de los valores que habíamos aprendido hasta ahora. La especie humana dará cuenta de las transformaciones en sus códigos de convivencia, ahora marcados por normas de higiene, autocuidado, el cuidado de los otros, la solidaridad, la tolerancia, la empatía, la salud, la alimentación, la gratitud, el diálogo, el respeto por la naturaleza, como prioridades de la convivencia en familia y en sociedad.
 
Por eso ahora, al iniciar esta fase de ‘nueva normalidad’, nuestro compromiso es cambiar el rumbo, aportar, sumar entre todos, ser solidarios con nuestros entornos cercanos, apoyar y desarrollar trabajo en equipo y para la comunidad. Es cierto que los escenarios de encuentro son importates, los extrañamos y estamos volviendo a ellos paulatinamente. Sin embargo, ahora con mayor cautela, con cuidado y respeto, estamos enfrentados a una nueva manera de relacionarnos con las y los otros y con el mundo en general, como quienes atravesamos por una profunda crisis, pero hemos aprendido de ella y ahora somos más fuertes.
 
Seguramente vienen desafíos económicos, sociales y de salud. El virus no ha desaparecido e infortunadamente sigue llevándose seres queridos de manera silenciosa. Por esto, no es momento de bajar la guardia en el autocuidado y el cuidado de los demás.
 
Para todos, pero más aún para los nacidos en esta época y para los niños y niñas de menor edad, ser pandemial es un desafío para repensar nuestro papel en los hogares y en la sociedad, a valorar y poner nuestros talentos en la recomposición del tejido social, a imaginar soluciones innovadoras frente a los retos sociales y recordar el valioso potencial que nos da la juventud.
 
Este es nuestro momento para que, a partir de nuestros talentos, del arte, el deporte, los liderazgos, la organización del encuentro responsable y medido, podamos aportar a la sociedad en la que vivimos. No necesitamos correr y desbordarnos como si nada hubiese pasado porque ya tenemos la experiencia de subestimar los riesgos; es momento de transformar algunos estereotipos de la juventud como el del ser personas irresponsables, que no miden consecuencias. Por ello nuestro compromiso debe ser sincero por construir, desde nuestro rol y vitalidad, un territorio mejor.
 
Como jóvenes tenemos la fuerza y vigor para construir un nuevo mundo. Es a ese nuevo mundo al que le llamaremos ‘la nueva normalidad’.